13 de abril de 2008

A diario

Ayer hable con ella. Aún no lo puedo creer. Durante minutos fui sus ojos, sus oídos, sus pensamientos.
Creo que me creo. Me pregunto qué me pasaba mientras la miraba. ¿Se habrá dado cuenta?
Hoy lo vi a él. De azul como siempre. Mismo almuerzo, mismos gestos insípidos. Cuesta creerle.
Persico me contó que se conocieron en el almacén de Manolo, dudo. Ella lo odia a Manolo, de eso estoy seguro. Calculo que él no. Ella no entiende. Debería dejarlo.
Hace frío.
Ella sonríe. Él, para variar, no. Para mí que se los presentó Persico y no me lo quieren confesar.
Martes, demasiado gris para ser martes. Hoy la vi salir de aquel almacén. Raro, lleva una botella, pero no se puede ver bien de que.
Va a ser una noche fría.
Hoy salió el sol. A él no lo vi en todo el día. ¿Qué pasa?
Antes de mi té de las cinco, la vi a ella. Cargaba dos bolsos de almacén, lo que todavía no entiendo es porque se detuvo a hablar con Persico.
Viernes. Llueve. “Cerrado por duelo”. Nada, hoy no paso absolutamente nada; aunque terminé un corto que tenía pendiente.
Hace mucho que no les veo. Ya no quedan ganas de escribir, iré por cigarrillos

10 de abril de 2008

Ay Perón

Ay Perón, el día que me dejes sin coger cantaré las ’55 libertadoras juntas.

Ay Perón, el día que una mujer me niegue su cuerpo por creer en una doctrina, la seguiré como el mejor marinero a su sirena.

Ay Perón, el día que creer en la política me obligue a dormir solo en una cama, maldeciré el día en que elegí ser peronista.

Ay Perón, vos si que la tenías clara con Evita.